UNA BREVE HISTORIA DE CASI TODO,
640 páginas, ed. RBA 2005
Una breve historia de casi todo
es uno de los pocos libros que recordamos haber leído con capacidad para
cambiar la vida de una persona. Bryson empieza centrándose en la pesquisa
llevada a cabo por los científicos para averiguar la edad de nuestro planeta, y
se dedica a repasar tanto las contribuciones de los investigadores ¾algunas
sensatísimas, otras disparatadas¾ para levantar una muy hermosa historia de los
descubrimientos y trazar un mapa del conocimiento actual.
El gran éxito
de Bryson estriba en que sabe cómo captar la atención del lector superponiendo
al relato de las investigaciones la pequeña peripecia personal no exenta de
cotilleos y chismes de los protagonistas. Así se entera uno, por ejemplo, de
que la familia de Dimitri Mendeleiev, el insigne científico que ordenó los
elementos según la tabla periódica, tenía una fábrica de productos químicos en
Siberia que fue destruida a consecuencia de un incendio. La madre del bueno de
Dimitri, a la vista del talento del muchacho, emprendió un viaje con la
criatura en autostop a lo largo de varios miles de kilómetros para que el
futuro maestro de la humanidad pudiera estudiar en una universidad como Dios
manda.
Una vez que
Bryson coge carrerilla, se dedica a hablarnos con amenidad y competencia en
torno a multitud de otros temas, como la realidad exenta de alarmismo relativa
al cambio climático, zoología, genoma humano, microbiología, oceanografía o
astronomía. Una de las tesis centrales del libro es que apenas conocemos nada
de nuestro entorno. Sin propósito exhaustivo Bryson enumera en cada capítulo
qué nos queda por conocer en las disciplinas que repasa, y lo cierto es que uno
siente algo de miedo en algunos pasajes del libro a consecuencia de lo muy
expuestos que parecemos estar, al menos a criterio de este espléndido
divulgador. Un ejemplo de nuestra ignorancia: Sabemos tan poco sobre los
océanos que sólo muy recientemente se ha descubierto por qué no son cada vez
más salados, como cabría esperar debido a que la sal del mar procede de los
yacimientos de sal gema existentes que son poco a poco disueltos por los ríos
de agua dulce. Parece ser que existen en el fondo marino ciertas chimeneas por
las que la sal retorna al subsuelo de los continentes, con lo que la salobridad
marina se mantiene constante.
Contra lo que
podría pensarse, Bryson es un novelista y periodista que un buen día decidió
entrevistarse con grandes hombres de ciencia contemporáneos. El resultado de su
trabajo es este libro emocionante y verdadero que a todos nos hubiera gustado
escribir. Muy adecuado para estudiantes de bachillerato que estén pensando qué
carrera elegir.
Las chimeneas marinas son las guardianas de la salubridad de los mares.. ¿quién salvaguarda el conocimiento una vez hemos pisado tierra? saludos
ResponderEliminarEl conocimiento no sé si hay que salvaguardarlo. Más bien hay que cuestionarlo, para ver si es verdadero o no. Según el gran filósofo de la ciencia Karl Popper, lo que robustece una teoría es su falsabilidad, esto es, su aptitud para ser puesta en cuestión por otros por la vía de la experimentación o la comprobación. Conforme va resistiendo más pruebas, la teoría se va volviendo más sólida. Según esto, el psicoanálisis, por ejemplo, no es una ciencia, ya que a aquellos que lo ponen en tela de juicio los partidarios del psicoanálisis los acusan de ser víctimas de una represión. Otro tanto ocurre con el marxismo, ya que sus detractores son tachados de enemigos de la clase trabajadora. Último ejemplo: la teoría del cambio climático por causas antropogénicas.
EliminarNo es ni malo ni bueno que algo deje de ser una teoría científica. La poesía no es una teoría científica, ni la teología lo es tampoco, aunque es cierto que no lo pretenden.