viernes, 19 de octubre de 2012

Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson


UNA BREVE HISTORIA DE CASI TODO, 640 páginas, ed. RBA 2005

Una breve historia de casi todo es uno de los pocos libros que recordamos haber leído con capacidad para cambiar la vida de una persona. Bryson empieza centrándose en la pesquisa llevada a cabo por los científicos para averiguar la edad de nuestro planeta, y se dedica a repasar tanto las contribuciones de los investigadores ¾algunas sensatísimas, otras disparatadas¾ para levantar una muy hermosa historia de los descubrimientos y trazar un mapa del conocimiento actual.

El gran éxito de Bryson estriba en que sabe cómo captar la atención del lector superponiendo al relato de las investigaciones la pequeña peripecia personal no exenta de cotilleos y chismes de los protagonistas. Así se entera uno, por ejemplo, de que la familia de Dimitri Mendeleiev, el insigne científico que ordenó los elementos según la tabla periódica, tenía una fábrica de productos químicos en Siberia que fue destruida a consecuencia de un incendio. La madre del bueno de Dimitri, a la vista del talento del muchacho, emprendió un viaje con la criatura en autostop a lo largo de varios miles de kilómetros para que el futuro maestro de la humanidad pudiera estudiar en una universidad como Dios manda.

Una vez que Bryson coge carrerilla, se dedica a hablarnos con amenidad y competencia en torno a multitud de otros temas, como la realidad exenta de alarmismo relativa al cambio climático, zoología, genoma humano, microbiología, oceanografía o astronomía. Una de las tesis centrales del libro es que apenas conocemos nada de nuestro entorno. Sin propósito exhaustivo Bryson enumera en cada capítulo qué nos queda por conocer en las disciplinas que repasa, y lo cierto es que uno siente algo de miedo en algunos pasajes del libro a consecuencia de lo muy expuestos que parecemos estar, al menos a criterio de este espléndido divulgador. Un ejemplo de nuestra ignorancia: Sabemos tan poco sobre los océanos que sólo muy recientemente se ha descubierto por qué no son cada vez más salados, como cabría esperar debido a que la sal del mar procede de los yacimientos de sal gema existentes que son poco a poco disueltos por los ríos de agua dulce. Parece ser que existen en el fondo marino ciertas chimeneas por las que la sal retorna al subsuelo de los continentes, con lo que la salobridad marina se mantiene constante.

Contra lo que podría pensarse, Bryson es un novelista y periodista que un buen día decidió entrevistarse con grandes hombres de ciencia contemporáneos. El resultado de su trabajo es este libro emocionante y verdadero que a todos nos hubiera gustado escribir. Muy adecuado para estudiantes de bachillerato que estén pensando qué carrera elegir.

2 comentarios:

  1. Las chimeneas marinas son las guardianas de la salubridad de los mares.. ¿quién salvaguarda el conocimiento una vez hemos pisado tierra? saludos

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    1. El conocimiento no sé si hay que salvaguardarlo. Más bien hay que cuestionarlo, para ver si es verdadero o no. Según el gran filósofo de la ciencia Karl Popper, lo que robustece una teoría es su falsabilidad, esto es, su aptitud para ser puesta en cuestión por otros por la vía de la experimentación o la comprobación. Conforme va resistiendo más pruebas, la teoría se va volviendo más sólida. Según esto, el psicoanálisis, por ejemplo, no es una ciencia, ya que a aquellos que lo ponen en tela de juicio los partidarios del psicoanálisis los acusan de ser víctimas de una represión. Otro tanto ocurre con el marxismo, ya que sus detractores son tachados de enemigos de la clase trabajadora. Último ejemplo: la teoría del cambio climático por causas antropogénicas.

      No es ni malo ni bueno que algo deje de ser una teoría científica. La poesía no es una teoría científica, ni la teología lo es tampoco, aunque es cierto que no lo pretenden.

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